Es increíble e indignante los detalles que vamos conociendo a través de la prensa sobre las “chapuzas” cometidas en el Banco de España, en el que las cosas se decían "de palabra" y no de escrito para que constara de modo testimonial, aparte que los inspectores y resto de funcionarios de la institución eran tan "vagos" que tardaban meses en emitir los informes. Me atrevería a decir que es la institución sobre la que pesa más la culpa por no haber sabido controlar una economía sobrecalentada y las consecuencias que ahora estamos pagando en paro, cierre de empresas, recortes y subidas de impuestos. Aparte de vagos que no tenían nada de profesional, ahora estamos pagando las consecuencias de sus "chapuzas". ¿No decía Zapatero, a instancias del Banco de España, que teníamos el sistema financiero más sólido y solvente del mundo?, ¿y cómo es que ahora nuestros bancos siguen teniendo problemas de liquidez, y muchos han tenido que ser rescatados con astronómicas sumas de dinero exprimidos a los maltratados contribuyentes?. Lo que está claro es que algunos son responsables de la actual situación, y deberían de estar en la cárcel,….pero la corrupción se ha extendido tanto en el sistema español, que lo facilita todo para que ningún pillo de las altas instancias tenga que ir a la cárcel para pagar por su irresponsabilidad y su vagancia.
CHAPUZAS EN EL BANCO DE ESPAÑA: INFORMES QUE TARDAN DOS MESES, ÓRDENES A LOS BANCOS DE PALABRA...
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REFORMA DE LA SUPERVISIÓN BANCARIA
Chapuzas en el BdE: informes que tardan dos meses, órdenes a los bancos de palabra...
Eduardo Segovia13/01/2013 (06:00)
La revisión del proceso de inspección del sistema financiero, anunciada esta semana por el Banco de España (BdE), pone de relieve una serie de procedimientos chapuceros y casi increíbles en una institución con una labor tan crucial, a la que se le supone seriedad, agilidad y responsabilidad. Así, hay informes que tardan más de 60 días en llegar del inspector a la Comisión Ejecutiva, se imponen requisitos a las entidades verbalmente "por persuasión supervisora" sin que quede ninguna constancia y, en algunos casos, ni se les comunican los resultados de la inspección.
Una de las acusaciones más frecuentes que se han hecho al BdE es su incapacidad para predecir la crisis financiera sin precedentes que ha sufrido España y para reaccionar a la misma con celeridad una vez que era evidente. En esto puede tener mucho que ver la lentitud de los procesos internos del propio supervisor, que él mismo reconoce en el documento Análisis de los procedimientos supervisores del BdE y recomendaciones de reforma publicado esta semana. En él se asegura que "se ha comprobado que de los 15 informes de inspección firmados y elevados a la Comisión Ejecutiva desde que se implantó la circular, solamente dos han superado los 60 días (aunque por escaso margen, 63 y 68 días respectivamente)".
Es decir, ha habido informes que han tardado más de dos meses en llegar desde el inspector a sus superiores perdidos por los vericuetos burocráticos del caserón de Cibeles. Es más, el BdE considera positivo que sólo dos informes de 15 (el 13%) hayan tardado tanto. El documento no detalla cuánto han tardado los otros 13 informes, ni el tiempo medio que tarda en enterarse la Comisión Ejecutiva del Banco de España de que sus inspectores han alertado de un riesgo grave o directamente de la insolvencia de una entidad.
En este mismo apartado, el BdE asegura que "no ha existido discrepancia alguna de criterio a la que se refiere el artículo 10 de la circular". Una afirmación chocante puesto que los inspectores han denunciado en varias cartas que la dirección política del supervisor ha ignorado sistemáticamente sus alertas e informes sobre la situación insostenible de muchas entidades, y que esa es la principal causa de la incapacidad para remediar la crisis antes de que hubiera que pedir el rescate europeo.
"Persuasión verbal"
Otro elemento sorprendente es la informalidad con el BdE reconoce que ejerce su actuación. El mismo documento admite que "se ha contrastado que en los últimos años las entidades en seguimiento continuado in situ han seguido las recomendaciones y requerimientos de los equipos de inspección y cumplimentado los ajustes planteados (de miles de millones de euros) por persuasión supervisora en la mayoría de los casos, sin mediar escrito formal de requerimientos o recomendaciones. En general las propuestas se han transmitido verbalmente en el transcurso de alguna reunión de seguimiento periódico o por correo electrónico".
Según el análisis del supervisor, esta forma de actuar permite una mayor agilidad -lo cual contradice la tardanza en transmitir los informes- pero tiene la contrapartida de la falta de control y de transparencia al no quedar constancia de estas exigencias. En todo caso, el BdE prevé descartar esta forma de actuación en el futuro, porque es eficaz si se aplica a un par de entidades pero puede acabar siendo caótica cuando la supervisión in situ se va a extender a las 16 entidades de tamaño mediano-grande que quedan tras el proceso de reestructuración del sector.
¿Quién es el responsable?
Asimismo, el supervisor reconoce otro tipo de actuaciones chapuceras: "Se han detectado algunas carencias, indefiniciones y falta de actualización de
procedimientos que convendría corregir. Por ejemplo: a) se ha comprobado que no existe homogeneidad entre los equipos de inspección en la forma de comunicar a las entidades las conclusiones preliminares de las inspecciones ni en la forma de archivar la documentación relativa a las debilidades detectadas; b) en determinados procedimientos no está adecuadamente documentado quién propone, quién da el visto bueno, quién es responsable o quién decide".
Esto da a entender que no se comunica a todas las entidades por igual los resultados de las inspecciones, aunque no detalla si eso se refiere al medio, al plazo o incluso al contenido de esa información (es decir, si se avisa o no a los bancos de todo lo que han encontrado los inspectores). Y también trasluce que a veces existe un auténtico caos en el reparto de responsabilidades y de decisiones dentro de su organigrama. De ahí la necesidad de cambiar el modo de funcionamiento.
El lado positivo de todo esto es que el BdE ha hecho autocrítica, ha reconocido todas estas deficiencias y muestra una decidida voluntad de subsanarlas con el nuevo modelo de supervisión. Y con el cambio del encargado de llevarlo a la práctica, ya que en octubre nombró director general de supervisión a Ramón Quintana Aguirre en sustitución de Jerónimo Martínez Tello.
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