Alucinante noticia, aunque creo que, tal como están las
cosas, no debería de sorprender a nadie: “El correo electrónico podría
convertirse en la próxima víctima de los impuestos en EEUU: en la ciudad de
Berkeley debaten si aplicar una tasa al e-mail por la caída sufrida por el
correo tradicional.”. “Así, asumimos como normal que con la
gasolina se financie la sanidad en algunas comunidades (el conocido ‘céntimo
sanitario’) y otro tanto de lo mismo puede deducirse de las tasas que se
aplican a alcohol y tabaco. ¿Por qué no cobrar un impuesto para cada correo
enviado?”, es lo que dijo uno de los políticos que lanzó la idea. Espero
que no se enteren nuestros políticos, porque, con la tremenda codicia
recaudatoria que hay aquí y el tremendo despilfarro público que hay en todos
los sentidos, seguro que les copian la
idea. Lástima, además, que para arreglar el paro sí carecen de buenas
propuestas.
EL CORREO ELECTRÓNICO PODRÍA CONVERTIRSE EN LA PRÓXIMA VÍCTIMA DE LOS IMPUESTOS
SE PLANTEA
EL DEBATE EN EEUU
El
correo electrónico podría convertirse en la próxima víctima de los impuestos
En un pleno municipal,
un asunto candente sobre la mesa: USPS había planteado ya vender su sede en la
ciudad ante el declive de la facturación en una sociedad cada vez más reacia al
papel, y más proclive al ancho de banda. El asunto no era baladí para la comunidad
y los concejales se revolvieron incómodos en sus asientos. Uno de ellos, Gordon Wozniak (nada que ver con ‘Woz’ el cofundador
de Apple), fue al pleno
con los deberes hechos. Había logrado cuadrar las cifras y encontrar una
solución ‘sostenible’ al cierre de ese edificio en concreto, y por extensión a
todo el servicio de correos: imponer
una tasa al uso del email.
Su defensa fue
encendida y entusiasta: la bestia negra de todos los males que afectaban al
entrañable servicio de correos venía del World Wide Web. ¿Por qué no establecer
un impuesto al uso del correo electrónico? A nuestro aguerrido protagonista le
salían las cuentas: con esa tasa se financiaría el mantenimiento del correo
tradicional, y este peculiar ‘Woz’ se anticipó a la avalancha de críticos que
le acusarían de retrógrado, al avanzar que parte de los ingresos provenientes
de esta tasa podría “reinvertirse en mejorar el ancho de banda” o dedicar el
excedente a otros menesteres.
Una tasa muy recurrente
La columnista del Washington Post, Rebecca Grant, corre a sugerir
que esta medida podría considerarse como tasar la gasolina para revivir los
carruajes de caballos aunque el propio Wozniak también estaba preparado para
esta alusión.
Este osado concejal ha
defendido su postura precisamente en un correo electrónico enviado a un blog de
noticias local, en el que argumenta que este 'modus operandi' impositivo se
aplica ya en otros terrenos. Así, asumimos como normal que con la gasolina se
financie la sanidad en algunas comunidades (el conocido ‘céntimo sanitario’) y
otro tanto de lo mismo puede deducirse de las tasas que se aplican a alcohol y
tabaco. ¿Por qué no cobrar un impuesto para cada correo enviado?
Wozniak argumenta,
además, que con esta medida se acabaría de una vez por todas con el spam, una bestia negra que pone
en riesgo el email como herramienta efectiva de comunicación.
Pero dejando de lado lo
peregrino o no de la idea, los expertos han puesto ya el grito en el cielo ante
la imposibilidad de llevarla a efecto. ¿Cómo poner en práctica esta medida
técnicamente? Por otro lado, una tasa sobre el uso del correo electrónico
situaría si cabe en una posición todavía más frágil a esta forma de comunicación, ya tocada
seriamente por los sistemas de mensajería de las redes sociales o las
aplicaciones de chat.
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