Las fases vitales que poco a poco vamos quemando están acompañadas de unos cambios de personalidad y de estilo de vida que nos encuadran socialmente en una u otra generación. No todo el mundo evoluciona igual e, incluso, hay quien se estanca en una etapa vital poco apropiada a su edad, al menos si atendemos a las convenciones del pasado. Hoy en día, ya son todo un fenómeno los adultos que se resisten a abandonar los hábitos propios de la juventud, esos ‘viejóvenes’ (del inglés teen-adults) que no se pierden un festival de música ni dejan pasar la oportunidad de tomarse una copa entre semana con un ligue potencial.
La falta de herramientas para combatir la crisis de la mediana edad puede tener algo que ver con la denominada eterna juventud, pero sobre todo sienta sus bases en el creciente hedonismo y en la filosofía de aprovechar la vida al máximo, tan implantada en las sociedades modernas regidas por la inmediatez y la búsqueda constante del disfrute. Tanto, que no son pocos los padres que llevan un estilo de vida más juvenil que el de sus propios hijos. Una disfunción generacional que ha motivado a los jóvenes a abrazar lo retro (en la forma y en el fondo como demuestra el movimiento hipster) como forma de diferenciación social de sus padres.
Nuevos hábitos de consumo
¿Quién no ha visto una foto en Facebook de un cincuentón que alardea de beberse una copa sin manos y de un trago? ¿Y abrazando a su cantante favorito de rock después de un concierto? No hay medida y las miles de fotos y comentarios que circulan por las redes sociales son una buena prueba de ello.Los jóvenes hasta parecen más retraídos en este asunto, o por lo menos más cautos y vergonzosos a la hora de difundir estas informaciones.
Los jóvenes están abrazando lo retro, al estilo 'hipster', como forma de diferenciación social de sus modernos padresLas marcas de ropa han sido las primeras en percatarse de este fenómeno, pues cada vez existe menos diferencia entre la forma de vestir entre los padres y los hijos. Los bares han sido los siguientes, al cambiar sus ofertas de happy hour, dirigidas a universitarios sin recursos y con ganas de fiesta, por el denominado afterwork, donde los compañeros de trabajo se reúnen alrededor de unas cervezas cual estudiantes ansiosos por socializar (y lo que caiga), aunque sea mediante el whatsapp instalado en su smartphone, después de aguantar una pesada clase de física.
Las barreras que establecían los límites diferenciales entre los jóvenes y los adultos se han difuminado hasta el punto casi de desaparecer. Si creen que esta afirmación es una exageración, pregúntense si alguna de estas prácticas y experiencias, presentadas en forma de decálogo, son propias de las personas de mediana edad que conocen (o de ustedes).
1. No llaman, utilizan el whatsapp
La frugalidad y la inmediatez de la vida moderna no dejan tiempo para llamadas ni conversaciones profundas. Los adultos-jóvenes ya no hablan por teléfono, sino que escriben mensajes de móvil o, mejor dicho, whatsapp.
2. Los emoticonos como forma de expresión
Debido a su popularización no hace falta ni definirlos. Los jóvenes comenzaron a utilizarlos por economía lingüística, pero ahora muchos adultos expresan sus ganas de fiesta con una bailarina de flamenco, su aprobación por el informe del trabajo con un guiño de ojo o su tristeza por el rechazo de una compañera a ir al cine con una carita llorona. Si eres joven y a tu padre no se le ocurre mejor forma de abroncarte por llegar tarde que con un emoticono con la cara roja a punto de explotar, preocúpate, es un viejoven.
3. Son muy activos en Facebook
La vida sin redes sociales no tendría sentido para ellos. Necesitan estar conectados continuamente, y lo que es peor, cuelgan todas las fotos de sus vacaciones, chorradas cotidianas y fiestas de guardar. La única manera de distinguir el perfil de un adulto del de un joven es que los primeros no saben poner límites a su privacidad en la red. Qué más da, a los teen-adults no les importa lo que piensen sobre ellos.
4. Compran en el rastro y en las tiendas de moda juvenil
En realidad, las marcas de ropa apenas diferencian ya las prendas dirigidas a jóvenes y a adultos. De hecho, están desapareciendo las secciones que antes se separaban por edades. Lo más bonito, que padres e hijos pueden intercambiarse el merchandising de sus grupos de música favoritos.
5. Tienen algún tatuaje
Mariposas en la espalda para ellas y estrellitas en el codo para ellos. ¿A quién no le han regalado un tatuaje en su 40 cumpleaños?
6. No le hacen ascuas a un “porrito” de marihuana
Experimentar con las drogas forma parte de su ADN, aunque no son consumidores habituales, les gusta romper la monotonía fumando marihuana (o copando los baños en grupo durante una fiesta). “Las drogas no son malas, son cool”.
7. Les “molan” las discotecas de Ibiza
Pocos son los jóvenes (menores de 30) que se pasean por las fiestas más modernas de las discotecas de la isla del desenfreno. Son un territorio habitado por cuarentones y cincuentones, que además tienen más dinero.  
8. Mejor leotardos que medias y pantalones de pitillo que de pinza
"Las medias son horribles, además de ser de viejas", piensan aunque no dicen las juveniles cuarentonas. Su mejor sustituto esos leotardos que tan bien marcan su cuerpo adolescente. Los vaqueros de pitillo, mejor si son de colores, son su seña de identidad.
9. Leen Juego de Tronos y cómics de The Walking Dead
La literatura fantástica y los zombis son lo más. Están a la última de todas las series que, por supuesto, se bajan online.
10. Mienten sobre su verdadera edad (siempre es la misma)
Todos dicen tener, como mucho, 40 años. Se trata de la edad a partir de la cual ya no se envejece. Todos los años cumplen la misma edad. Un límite autoimpuesto para no percibirse como parte de la mediana edad.